Recuerdo que el mar golpeaba mi sueño... y
todavía faltaban tantos veranos... Es un lindo lugar, un lugar estratégico,
había dicho yo, hace 50 años, cuando todo era nada y yo miraba el día irse entre
los médanos solitarios, misteriosos, sentado en los escalones de mi pequeña
casita, junto a mi señora Elda y a mi hijo, mientras dos personas daban la vuelta al perro... aguardabamos que Don Carlos hiciera un "apagón" en señal de que en seguida cortaría la luz. Y hoy a más de 40 años, Dino's Hotel, el cual lleva el nombre de mi hijo, recibe con alegría
a sus turistas. Como siempre se abren nuestras puertas para ofrecer la misma
atención, como el primer día, sincera, humilde y cordial, esa atención que he
querido impulsar: la de la amistad. Si observan bien, descubrirán que estas
paredes encierran otras de más de 50 años, ellas conservan el aire de una Villa
Gesell más pequeña, incipiente, llena de casitas de techos rojos, de pinos, de
médanos, donde la gente se tiraba y reía, luego de un agobiante día de playa.
Aquí es donde empiezo a construir el hotel, según las reglas de Don Carlos, dos
pisos máximo, con el techo de tejas rojas... y así lo he hecho. Recuerdo que
llegaba el tren repleto de gente a la estación Juancho, el micro tardaba diez
horas mínimo, y acá hacía su vuelta el trencito con "el tío y la sobrina"...
Habitaciones cálidas, acogedoras, frescas y luminosas, desde donde se puede
escuchar el canto romántico del mar o el grito de las olas en noches oscuras de
tempestad, o la lluvia contra los vidrios, o el incesante caminar de los
turistas que recorren como usted la calle principal, la Av. 3, recuerdo que hace
muchos años era de arena... ¡Todo era de arena! Era la hora de la cena, mi señora preparando algún plato para deleitarnos, mi nuera arreglando las mesas con un toque de dulzura y simpatía, mi hijo acompañando a los huéspedes al comedor y mis
nietos todavía con el sol y la sal en el cuerpo, cosquilleaban el tiempo del
verano. Esto es algo de aquello que el Dino's encierra en sus envejecidas
paredes, los recuerdos, la experiencia y el encanto de ser geselino y de vivir
como en Gesell, el balneario que se recomienda de amigo a amigo. Siempre: Natale Ribaudo